Desmontando mitos
¿Los psicólogos saben leer la mente?
NO. Esto es completamente falso. Los psicólogos estudiamos el desarrollo emocional y mental de las personas durante las distintas etapas de la vida, para así poder entender y ayudar a cada persona de una manera eficaz y profesional. Podemos captar gestos o señales físicas que indiquen la presencia de una emoción u otra, adivinar una respuesta anticipada, pero no invadimos el cerebro de nadie.
¿El psicólogo me va a decir lo que hago bien y lo que hago mal?
No debería. Un psicólogo no es un juez. Por tanto, no debería juzgar. En casos extremos donde hay un daño físico o mental grave, y la persona no es capaz de darse cuenta por ella misma, el psicólogo debe priorizar el que esta persona sea consciente del peligro en el que se encuentra, para poder evitar posibles consecuencias negativas graves.
¿Voy a tratar temas personales que me van a provocar dolor o malestar emocional?
Depende. Si para mejorar en tu situación o problema lo necesitas, debemos hacerlo. Pero el ritmo y temas a tratar siempre lo vas a marcar tu. Nunca se te va a obligar a hacer nada que no quieras o para lo que no te sientas preparad@.
No quiero ir al psicólogo porque le puede contar a otros lo que yo le diga.
En psicología existe la confidencialidad. No podemos compartir nada de lo que se habla en terapia sin previo consentimiento de la persona. Solo existe una excepcionalidad. En el caso que la persona exprese el deseo real de provocar daño a ella misma o a otra persona, tenemos la obligación de avisar a quien creamos oportuno, con el fin de evitar que ese daño se termine produciendo.
Debo sentirme muy mal para ir a un psicólogo
Se puede ir al psicólogo independientemente de la gravedad del problema, pero también incluso no teniendo ninguno; simplemente por querer mejorar en algún aspecto para poder sentirnos mejor.
En terapia se tarda mucho en ver resultados
La evolución va a depender de diversos factores, como la gravedad del problema, la resistencia al cambio que presentes, el grado de seguimiento de las pautas y de asistencia a las sesiones de terapia, entre otros. En ocasiones hemos presenciado la aparición de pequeños cambios de forma muy gradual, pero también algún caso de cambios significativos con pocas sesiones. No es mejor ni peor. Cada persona tiene su ritmo y desde este debemos trabajar.
Fui a un psicólogo, pero no me gustó
Es normal. Y no por eso significa que no pueda gustarte la psicología. Con otras profesiones también nos pasa que, por el motivo que sea, conectamos mejor con unas personas que con otras. Si necesitas atención psicológica busca un@ profesional de la psicología que conecte contigo y que su forma de trabajar se adapte a ti, de forma que la relación sea más fluida.
Ir al psicólogo es de débiles
Este es un mito que me he encontrado de forma bastante recurrente. Se tiene la percepción que si pides ayuda es porque eres débil, cuando realmente es una irresponsabilidad necesitar ayuda y no pedirla. Hay una imagen de fortaleza asociada a soportar situaciones complicadas y sobre todo a la capacidad de superarlas. En el ámbito médico, si presentamos una dolencia, en ocasiones, debemos tomar medicación para poder mejorar. No valoramos la opción de soportar el dolor para demostrarnos que somos fuertes. Por ello, no tiene sentido soportar sufrimiento y malestar emocional porque sí, cuando pidiendo ayuda podemos aliviar todo ese dolor.
No creo en la psicología
Siempre que escucho esta frase respondo: “menos mal que la psicología cree en ti y te va a poder ayudar”. En cambio, no escucho a nadie decir, no creo en la medicina. Y menos mal. Ambas son ciencias, lo cual implica que tienen evidencia suficiente para poder prever resultados positivos y significativos aplicando técnicas concretas. La diferencia entre estas dos radica en que si tomas medicación puedes mejorar, aunque no creas en él, pero en psicología debes tener confianza en las técnicas que uses, ya que de no ser así el progreso va a ser prácticamente nulo.
Para desahogarme mejor un amigo, es más barato
La terapia no consiste solo en desahogarnos, puesto que debemos analizar las causas de inicio y mantenimiento del problema, y buscar técnicas con eficacia científica para poder modificarlas y mejorar la calidad de vida de la persona. Pero, además, en una conversación de amigos solemos aconsejar lo que a nosotros nos ha funcionado. Esos consejos pueden resultar ser efectivos o no. Puede ser una lotería y sentirnos peor que antes por la frustración de probar un método que a otro le funciona y a mi no.
